Aún lejos de una “primavera persa”

Las protestas antigubernamentales de los últimos días en Irán se han catalogado como los más grandes desde las realizadas en el año 2009 por la acusación de fraude electoral que reelegiría en su momento a Mahmud Ahmadinejad como presidente, en contraposición del candidato Mir Hossein Mousavi, la denominada “Revolución verde”, pero es evidente que las razones de las protestas actuales distan de las razones que las causaron en ese proceso electoral.

A diferencia del 2009 que las manifestaciones empezaron en Teherán (capital iraní), en esta ocasión se detonaron en la segunda ciudad más importante del país Mashhad (fronteriza con Afganistán) y, que además es una región importante económicamente por la producción de azafrán y que le da empleo al menos a medio millón de personas, y también es un centro de peregrinación importante en el país por estar allí el mausoleo del octavo Imán chiita. Y también se dieron levantamientos en otras regiones como la conservadora ciudad de Isfahán (tercera en importancia del país) y en la región kurda de Kermanshah (fronteriza con Irak).

El inicio de las protestas ha sido en reacción a la debilidad económica que ha sido manifiesta en los últimos años en el país, también se han dado acusaciones de corrupción por parte del régimen y aumentos significativos en los costos de vida. También se suma como parte de las indignaciones a que no se han visto los cambios sustanciales que supuestamente debieron ocurrir desde que el grupo del P5+1 (5 países permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas más Alemania) “suavizara” las sanciones económicas contra el país a cambio de modificar el Programa Nuclear iraní, además que una serie de empresas no han salido de la lista negra principalmente de Estados Unidos lo que les impide negociar con plena libertad.

A lo mencionado anteriormente se debe agregar que existe un respaldo popular al desarrollo de energía nuclear, ya que esto podría significar la reducción en la dependencia del mercado de hidrocarburos, además en cierto modo podría generar un impulso económico necesario para el país. El desarrollo nuclear ha estado bajo sospechas de diferentes fuerzas regionales y globales, porque además del uso civil mencionado anteriormente, se teme que uno de los objetivos perseguidos por el régimen de los Ayatolas sea su uso militar, con el desarrollo de armas de destrucción masiva, lo que podría eventualmente inclinar la balanza de equilibrios regionales contra los intereses de Occidente y sus aliados.

Destaca entre los problemas económicos de la República Islámica de Irán y por lo que también se han incentivado a las protestas que hay un 29% de desempleados en ese territorio, principalmente jóvenes, quienes se han visto afectados directamente por las políticas del Estado que ha reducido el gasto con el fin de influir directamente en el déficit inflacionario del país, cerrando el 2017 con 9,8% y una deuda nacional de 34,53% del PIB.

Hay una fuerte dependencia en la exportación de hidrocarburos, visto con más claridad en el crecimiento del PIB después que se levantaron las sanciones contra el régimen fue de por lo menos 78%, esto se ve afectado también con una mala administración financiera y también, el desvío de recursos internos a programas de política exterior en búsqueda de mayor influencia regional, principalmente su intromisión en las situaciones políticas de Siria, Yemen y el Líbano.

Tanto el tema petrolero como de política exterior en Medio Oriente están asociados de alguna forma. Parte de las afectaciones en este campo que golpea a los iraníes es la sobre producción que realizan los sauditas para influir en los precios internacionales y afligir económicamente a los iraníes quienes son sus principales contendientes en calidad y cantidad de yacimientos petroleros en el mundo.

Por otro lado, la influencia de Irán gracias a la inestabilidad política de la región les ha permitido ampliar su radio de empoderamiento llegando hasta la propia costa mediterránea a través de Líbano, tener abiertos casi tres frentes contra Israel en Siria, Gaza y el sur libanés, y mantener ocupado a Arabia Saudita con una guerra sin participación directa en el territorio yemenita por medio de los grupos paramilitares hutíes.

Las protestas pidiendo la “muerte” del dictador y la caída del régimen despierta el morbo y los deseos de ver el fin del liderazgo a cargo de los Ayatolas en Irán. De hecho que han circulado vídeos donde los manifestantes gritaban consignas que atacaban la vida acomodada de los clérigos del país con frases como “Mullahs, tengan algo de vergüenza, suelten el país”. La reacción del presidente Rohani y los líderes religiosos ha sido la represión contra los ciudadanos y la violencia cobrando la vida de casi 30 personas y centenares de detenciones hasta mediados de esta semana.

El descontento general contra las políticas del gobierno alcanza los actos en materia de política internacional, tanto que los propios manifestantes clamaban consignas como “Ni Gaza ni Líbano, mi vida la sacrifico por Irán”.

La reacción de los líderes iraníes con tanta intransigencia contra los opositores son los que estarían profundizando el cisma político en el país, a pesar de que el propio presidente Rohani indicó que no tenían problema en realizar protestas en el país, sin embargo la violencia y el bloqueo de redes sociales y otros canales de comunicación muestran que no solo están opuestos sino también preocupados que esto escale a un nivel mayor pero, se podría decir que estas manifestaciones contra el régimen pueda significar que se está a las puertas de la caída de los Ayatolas? La respuesta inmediata es que no, por varias razones.

Comenzando porque aún el poder que poseen los religiosos en el país es muy fuerte, además que las alianzas que poseen los iraníes empezando por Rusia no permitirían una caída y destrucción sustancial de lo que desde 1979 han logrado construir, no se daría el lujo Moscú de tener abierto otro Siria en la zona. Por otra parte, el gobierno controla las fuerzas armadas y tienen también bajo su mando los otros poderes del Estado, desde la Revolución Islámica, su dominio es total. También se debe contemplar que hay un sector apoyando al régimen sin dudarlo y esta misma semana se dio una manifestación con decenas de miles de personas mostrando su apoyo al gobierno y llamando a matar a los “sediciosos”.

El régimen iraní ha acusado a los gobiernos de Estados Unidos, Arabia Saudita e Israel de estar siendo parte de los involucrados en las protestas contra el gobierno iraní, a través de “agentes infiltrados” que buscan desestabilizar el país después de que según ellos han logrado establecer una gran influencia regional y se han fortalecido a nivel interno.

El gobierno estadounidense de Donald Trump, ha amenazado con emitir nuevas sanciones a Irán por su trato brutal contra los manifestantes, además de haber acusado al expresidente Barack Obama de haber desembolsado cientos de miles de millones de dólares al gobierno iraní que terminaría en el patrocinio del terrorismo a través de Teherán.

Por su parte, Israel a través de su Primer Ministro Netanyahu, se ha desvinculado de cualquier participación por parte de agentes israelíes, y lanzó además, un mensaje de apoyo a los manifestantes contra el régimen iraní a los cuales deseó buena suerte en su lucha contra el gobierno de los Ayatolas, al cual le ha pronosticado su pronto colapso.

El gobierno saudita, siendo el tercero en verse acusado, hace unas semanas atrás, por medio del príncipe heredero Mohammed Bin Salman acusaba al Ayatola Jamenei de ser como Hitler, con deseos de expandir su visión radical por el mundo islámico, asesinar a inocentes en la región fuera de sus fronteras y además por dirigir un régimen absolutista de corte supremacista y que reprime a sus opositores a través del uso del terrorismo internacional, según la interpretación del analista político internacional George Chaya. Las afirmaciones expresadas por Bin Salman se podrían señalar además de irónicas viniendo de otro gobierno opresor y poco pluralista en esa región.

Finalmente, estas manifestaciones difícilmente harán caer el sistema de gobierno que hasta este momento dirige las vidas de los persas en Irán, sin embargo, en lo inmediato puede ocasionar un repliegue sustancial de las fuerzas tanto militares como inyección económica con el cual los iraníes han logrado expandir sus zonas de control a través de Medio Oriente, les llevará a tener que redirigir estos esfuerzos hacia la política nacional, lo que podría ser útil por parte de sus opositores regionales en poder pensar una nueva estrategia de contención contra los intereses iraníes en la zona y reacomodar eventuales esquemas que les ayude con un equilibrio favorable en el área.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo y número de identificación al correo redaccion@elmundo.cr.

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