Parques Nacionales: la gallina de los huevos de oro que todos quieren ¿conservar, manejar o saquear?

Por Mauricio Álvarez M*

image003La gallina de los huevos de oro pero abandonada, mal nutrida, fiada y a merced de zorros sueltos. Esta desplumada y “pal tigre”, diría nuestra ilustre jerga campesina.

Nuestro sistema de parques nacionales, representa uno de los bienes comunes más valiosos de Costa Rica, nuestra gallina de los huevos de oro aseguran algunos: genera más de dos mil seiscientos millones de dólares al año, ¡hágale números! supera las exportaciones de piña, banano y café juntas. Además sus ingresos son constantes, y no es para menos si representan uno de los principales atractivos para los dos millones y medio de turistas que nos visitan al año. Sin embargo, a pesar de esta impresionante solvencia hoy faltan entre 1200 y 600 guardaparques lo cual hace que estos tesoros sean “saqueados” sin la menor regulación por caza, extracción de madera y minería ilegales.

Para colmo, adeudamos más de 100 mil millones en tierras que conforman parte de los parques nacionales no pagadas a sus propietarios originales, y con mil millones al año, presupuesto adjudicado al MINAE para pagar esta deuda, tardaríamos 100 años saldándola; esto sin contar intereses.

Veamos un ejemplo en específico de este abandono y falta de visión acerca del manejo de los parques nacionales y sus alrededores: el Parque Manuel Antonio (PNMA). Este parque genera los mayores ingresos del país, con más de 379.608 visitas en 2014 según un informe del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC).

Dada la altísima visitación del PNMA, la comunidad de Quepos y zonas aledañas viven casi exclusivamente del turismo y es sólo por esta dependencia económica que el Ministerio de Salud no lo cierra. Ya varias órdenes sanitarias piden su cierre dadas las precarias condiciones que comprometen dinámica turística: una quebrada contaminada y repleta de cocodrilos sin adecuado un manejo, inexsistencia de una segunda salida de emergencias, falta de senderos universales, falta de parqueos, y la ausencia de un Plan Integral de Residuos Sólidos (Semanario Universidad, 5-8-2015).

Pero este caso no queda allí, como si fuera poco, la cuenca del Río Naranjo a la que pertenece el Parque Manuel Antonio está seriamente afectada por concesiones de agua que se han otorgado sin control, excesivas concesiones de minería en la zona, el posible Proyecto Hidroeléctrico los Llanos, además de la expansión agresiva del cultivo de palma que impacta no sólo el área cultivada y ecosistemas de bosques de la zona, si no también el Río Naranjo principal afluente vinculado al Parque Nacional y que cumple la función de corredor biológico junto con otras áreas protegidas. Además, este río es de vital importancia para la recarga de un acuífero en la parte baja del cual dependen comunidades y la actividad comercial asociada.

A esos impactos sobre el PNMA hay que sumar los de la ganadería extensiva y monocultivo de arroz entre otras, que han generado un aumento en la recurrencia de inundaciones, abonando al deterioro de playas y arrecifes del PNMA por causa de la sedimentación, contaminación por agroquímicos, exceso de materia orgánica, entre otros.

Otro lamentable caso para seguir analizando el detalle de este desastre, es el Parque Nacional Corcovado. Allí, actividades ilegales como minería, la casería y el “madereo”  tiene en coma esta zona, santuario de nuestra biodiversidad y equilibrio natural. Unos 400 oreros están causando estragos en la mayoría de ríos dentro de Corcovado, mejor equipados que en anteriores ocasiones, ahora con maquinaria más pesada, motobombas, armados y hasta con dinamita. En pocas horas “bajan” miles de toneladas de materia con uso de maquinaria y otras tecnologías que están acabando con los ríos, y este es sólo uno de los impactos más visibles. Un operativo en 2013 detectó para un caso de minería ilegal un impacto en 10 km2 al remover el equivalente a unas 2.000 vagonetas de material (SINAC, 06-05-2013). Esto equivale a una mina a cielo abierto de mediano tamaño.

Otro lamentable caso que borra las buenas cosas que desconocemos, pero que esperamos esté haciendo el gobierno, es el tema de la matanza de tiburones en el Parque Nacional Isla del Coco. El Viceministro de Aguas y Mares aseguró que se trata de una percepción errónea aquella de los guardaparques que denuncian cotidianamente y con evidencia contundente que hay pesca ilegal en la zona, las declaraciones del jerarca nos han dejado en ridículo y nuestra imagen  de país pasó de color “verde” a rojo sangre, rojo vergüenza.

Costa Rica debe hacer un alto, no puede ser que al estrés y amenazas históricas que cargan estas zonas protegidas se le suman hoy el interés de abrirlos a nuevos usos o actividades comerciales como geotermia, hidroeléctricas y otras ocurrencias de saqueo innecesario. Este no puede ser el destino de nuestros parques nacionales.

Mientras se debería actuar y legislar para la conservación efectiva de estas áreas algunos diputados siguen insistiendo en, por lo menos tres proyectos de ley, para el  desarrollo de Geotermia en Parques Nacionales (Expediente N. º 19.233,  18.182 y 19.339). Dichas propuestas ya están siendo cuestionadas ampliamente por sectores ambientales, comunidades, políticos y académicos.

Sirva el Día de los Parques Nacionales para celebrarlos y dejar de verlos como una gallina para hacer en sopa. Además, sirva esta celebración para felicitar a guardaparques, organizaciones y comunidades que a pesar de la falta de atención gubernamental están cuidando todos los días estos ecosistemas.

Hoy, a pesar del abandono y violencia al que están sometidos los parques nacionales, nos siguen dando de comer, de tomar, de respirar, son fuente de conocimiento, educación y esparcimiento, son estandarte de identidad nacional y garantía de vida para las presentes y futuras generaciones. De estas zonas dependemos nosotros y quienes no nacen aún.

(*): Profesor UCR y Presidente de la FECON


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