La unión civil, un paso “histórico” en la conservadora sociedad chilena

11911381_1066118030079550_1365261648_nPor Carlos Dorat (dpa)

SANTIAGO DE CHILE (dpa) – Hasta hace algunos años era impensable que en Chile, una sociedad tradicional y conservadora en temas como el matrimonio y la familia, se pudiera aprobar una ley a través de la cual el Estado diera también reconocimiento constitucional a las convivencias de parejas homosexuales y a las de distinto sexo.

Para consternación de la Iglesia Católica y de los sectores políticos más conservadores del país, los primeros efectos del llamado Acuerdo de Unión Civil (AUC), sancionado recientemente por el Congreso, comenzarán a verse materializados a partir del próximo 22 de octubre, cuando lleguen las primeras parejas hasta las oficinas del Registro Civil del país a concretar el compromiso.

“Esta ley reconoce los derechos de las parejas que conviven, sean del sexo que sean, pero es también una reivindicación y un logro en la lucha por los derechos de la diversidad sexual”, subrayó la presidenta Michelle Bachelet tras promulgar la norma en abril pasado.

La disposición no se pudo aplicar de inmediato porque desde entonces  y hasta octubre se está preparando a funcionarios del Registro Civil para evitar que haya confusión entre el AUC y el tradicional matrimonio civil, que es el acuerdo en el que contraen vínculo sólo un hombre y una mujer.

En cambio, el AUC es una normativa transversal en virtud de la cual el Estado otorga reconocimiento a parejas de una misma orientación sexual -y también a las heterosexuales- que, sin estar casadas, conviven, comparten patrimonio y constituyen un núcleo familiar.

En este caso, y a diferencia del matrimonio civil, no está todavía previsto en la ley el derecho a la adopción.

Para los ahora llamados “Convivientes Civiles”, la administración, además de reconocer su nuevo estado ciudadano, regula los diversos aspectos familiares, patrimoniales y de derechos de salud, laborales y previsionales de su relación.

El trámite es tan simple como que los interesados deben ser mayores de 18 años, llevar una vida en común, no tener un vínculo de consanguinidad y no estar casados en el momento de firmar el acuerdo.

Desde el 9 de julio pasado, los futuros contrayentes comenzaron ya con el primero de los trámites: solicitar hora para la ceremonia de celebración de la Unión Civil, un paso que organizaciones defensoras de los derechos de las minorías sexuales calificaron de “histórico”.

Según resultados del Censo de 2012 que cita el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), 34.976 personas admitieron tener una unión con parejas del mismo sexo. De esa cifra, 14.229 hombres declararon vivir en pareja  con otro hombre y 20.747 mujeres admitieron cohabitar con otra mujer.

“Sabemos que las  parejas del mismo sexo son más que las reportadas, pues muchas prefieren mantener en reserva su unión por temor a ser discriminadas”, sostuvo el Movilh. La misma encuesta estima en más de dos millones las convivencias heterosexuales.

La aprobación de la ley, que se discutió en el Congreso durante más de cuatro años, no tuvo un camino fácil. Iniciativas similares fueron desechadas una y otra vez en años precedentes.

“Hace dos décadas que el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) estuvo planteando este tipo de normativa en Chile”, recordó el portavoz de la organización, Óscar Rementería, tras celebrar la medida.

A la oposición de parlamentarios de partidos conservadores y de algunos demócratas cristianos se sumó también con firmeza la Iglesia católica, que proclamaba que la familia debe estar siempre constituida por un padre y una madre.

“Las uniones de hecho (la convivencia entre heterosexuales) son inaceptables en el plano de los principios y peligrosas en el plano social y educativo. Cualquiera sea la intención de quienes han propuesto esta opción, el efecto será el debilitamiento de la familia”, declaraba el cardenal Ricardo Ezzati cuando se discutía el proyecto en el Congreso.

“Más grave aún es la legalización de las uniones homosexuales, ya que, en este caso, se niega la diferencia sexual entre las personas de esas uniones”, consideraba el prelado.

En uno de los últimos intentos por obstaculizar la nueva ley, la derecha llevó el asunto al  Tribunal Constitucional (TC), organismo que finalmente rechazó la demanda.

Por ahora no hay cifras de cuántas parejas llegarán a las oficinas del Registro Civil a lo largo del país a partir del 22 de octubre.

Pero entre quienes seguro lo harán figura Italo Passalacqua, un conocido periodista chileno que llegará a las 11:30 horas de ese día hasta la oficina del barrio de La Condes para celebrar la Unión Civil con su pareja Patricio Herrera.

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